Viajero perdido


I

Sentados en el bosque pasan rápido las horas.
Mientras nos miramos como personas extrañas.
Hay tensión. Tus ojos son atemporales auroras
que brillan en la noche de tus tenues pestañas.

Estando lejos de nuestros cálidos hogares,
comenzamos a discutir con fría rudeza;
luego yo con frases apáticas y vulgares,
comienzo a denigrar del amor su belleza.

Me callas tranquilamente con tus manos suaves
y con taciturna voz curiosa me preguntas:
«¿cuáles han sido todas las misteriosas claves
de todas tus actuales relaciones difuntas?»

II

Nunca has amado, lo juras; dudo pero te creo:
no solo eres mujer, también inmortal diosa eres;
como ya no soy un desconfiado y amargado ateo,
¡le creo cada vez más a todas las mujeres!

Soy tu último amor y buscas nuevas aventuras,
amarnos a la intemperie, dejando siluetas:
quieres entregarte sin basarte en conjeturas
y descubrir del amor propiedades secretas.

Reflexiono. ¡Soy un donjuán arrepentido!
Te revelo todos mis amores difuntos:
siempre fuiste mi destino, pero he tenido
que peregrinar para concluir asuntos.

III

Finalmente nos encontramos... ¡ven a mis brazos!
perdona la demora, fui un perdido viajero.
Mi mente y mi espíritu están hechos pedazos,
¡pero todo mi ser te pertenece entero!

No te preocupes, jamás tornaré la vista
hacia esos amores muertos. Amor, ten calma,
¡ya que altiva marcharás en plan de conquista
sobre las amorosas cenizas de mi alma!

Como zombis resucitarán tras tu paso
y te verán como la diosa de mi universo;
resignadas, con desprecio te dirán acaso:
verus amori nunquam mori en su verso.

IV

Con las manos sostenidas, juntos nos perdemos
en el oscuro bosque. Después atento escucho
tu voz diciéndome: «¡Por favor ámame mucho
para que juntos toda la eternidad duremos!»

«¡El amor me trajo a ti!» respondo al verte.
Vigilando tus bellos ojos te digo
que siempre en los sueños estuve contigo,
¡porque te amé mucho antes de conocerte!

Mi contaminado amor con tu corazón destilaste:
la misteriosa energía que me despidió en el puerto,
provino del mismo sol que me iluminó en el desierto.

No importa si en el ayer de mi loca mente te aislaste,
hoy la travesía por ti con un beso la concluyo:
¡ya que tú siempre serás mía y yo siempre seré tuyo!


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: kevissimo

Cuenta conmigo


Para Christian M. Beltrán
a su amada Alexandra

Te vi llorar, y tus cristalinas lagrimas
rodaron en mi mejilla, ángel mío,
como ruedan de la suave rosa
las gotas del rocío.

Te vi sonreír, y tu mirada hermosa
en mi descolorida faz provocó sonrojos,
ya que es tan pacífico, natural y bello
el brillo que desprenden tus ojos.

Como el otoño en el solitario jardín
seca a su paso todas las flores,
así cambia tu sonrisa en un instante
al compás de tus dolores.

Por eso sonrío cuando alegre sonríes
y por eso lloro cuando afligida lloras:
no te preocupes amada compañera mía
que conmigo contarás a todas horas.


© Elvis Dino Esquivel


Imagen: Drezi

Militar


Tus ojos tornan a pasados días,
militar que subsiste de memoria,
a traumas de heroicas alegorías
escritas en los libros de la historia.

No te disculpes: tu mente deforme
abandonó al de tu ya añeja infancia,
¿quién se atreve vestir un uniforme
y luchar por «libertad» a distancia?

Ni la política capitalista
intoxicó tu patriótico orgullo;
para que en libertad la patria exista
los osados sacrifican lo suyo.

Combates y tus fieles ideales
en abstractos minerales se venden;
sangran agonizantes tus cristales
pero solo Marte y tú entienden.

Tú luchas, tú inspiras: inocente
das al rico para su propaganda,
no objetas por no ser imprudente,
lo que tu cegado pueblo demanda.

A la guerra en una nación distante,
tu legado patrio valor te inspira,
y cuando ves injusticias delante
descubres de la misión su mentira.

Tú, con doliente mirada que aterra,
traumado buscas ya cualquier consuelo:
¡no moriste olvidado en esa tierra
pero tu vida ahora es un desvelo!

Roto el cerebro, el espíritu roto,
vagas en la apática sociedad
que decide por ti con su vil voto
sin entender tu interna tempestad.

Tan solo quieres paz, ¡vaya ironía!
Tu cuerpo y tu alma tienen cicatrices;
escuchas los horrores todavía
de aquellos invadidos infelices.

Ninguna medalla en tu dócil pecho
sepultará lo que viste en batalla.
El olvido solo ofrece su techo
al que su calvario en secreto calla.


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: Danny Quirk

La tregua


A Chadwick T. Kenyon, USN

¡Alto al fuego! La belicosa jornada
regala al fin un minuto al desconsuelo,
negro humo sigue emanando, y la mirada
clama paz pero sigue ávida de duelo.

¡La tregua es fatídica! Pueblos en ruinas
desean tu partida o enterrarte en hoyos:
quieres correr, pero está lleno de minas;
mueres de sed, pero no hay lagos ni arroyos.

¡La guerra es paradoja! Hay alegría y llanto,
el tiempo es vertiginoso y a la vez lento;
seguir vivo es bendición y desencanto;
dormir es meditación y sufrimiento.

Sigamos la batalla demoledora
o iniciemos la cobarde retirada;
que esta guerra injusta y colonizadora
será olvidada en la historia de la nada.


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: Michael Fay

En versos te fuiste


«¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?»
Rima XXIX - Gustavo Adolfo Bécquer

A C.S.B.

Fuiste mi musa. Pero, ¿en qué lindo verso
podré describir tus facciones de diosa?
Si en estas líneas te doy mi universo,
¿qué más podré escribirte, musa grandiosa?
 
Si la poesía se atreviera un día,
sobre este papel que guarda tu hermosura,
describir de alguna diosa su figura
¡con describir tu apariencia bastaría!

Fuiste mi musa. Pero, sin alegría, sin gloria,
sin aspiraciones, sin identidad verdadera,
sin porvenir claro, sin fe y sin esperanza entera:
¡dará igual que seas pasado o que seas memoria!

Si no existiera el cielo o el infierno, ¿qué poderío
tuviera mi fe sobre tus sentimientos humanos?
Y si no existieran ni los lagos ni los océanos,
¿dónde desembocaría este caudaloso río?

No sé, pero pobre de ti que en versos te fuiste,
en versos viviste y en versos tristes te perdiste.
Toda inspiración del poeta proviene de su alma,
mas tu robaste la mía y lo tomé con gran calma
porque muy bien sé que el verdadero amor no existe…

Con mis versos te fuiste, con pena y gloria,
mas tu evidente huella en mi escritura aún me hiere
y me has tatuado un recuerdo en la memoria:
como una flor que se marchita y se consume
prisionera en un florero, cuando marchita muere
deja el florero oliendo a su todo perfume.


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: Nate Holga

Meditanto un instante


Meditando en el silencio del bosque frío
el aire interrumpe con sonido paralizador;
con tranquilo susurro, las aguas del río
escurren sus ondas hidratando la flor.

Las aves duermen calladas en su nido,
los manantiales puros se escuchan batir,
y de la musa que cruza, su gemido
en la distancia se alcanza a percibir.

El lucero resplandeciente sus rayos envía
al bosque, pero a su tapiz no alcanzan a llegar, 
y solo se oye la efímera melodía
de la diosa que recita su precioso cantar.

Su delicada voz hace brotar las inocentes flores
que a la vez esparcen al aire su rico olor,
y en la perfumada espesura, los seres soñadores
en sentimental verso declaran su amor.

De la laguna en las ondas de bello zafiro,
de loto en loto, la musa comienza a caminar
y después más tierno que afligido suspiro, 
su llanto a la distancia se alcanza a escuchar.

Ven, musa, ven, la soledad callada
por siempre fue el alberge donde brotaron
los dulces recuerdos de la época pasada
que en la dicha y en el amor se esfumaron.

Ven, si el desconsuelo en las horas transitorias
acompaña al humano en este mundo,
revivamos de amor nuestras memorias
para mitigar nuestro tormento profundo.

Ven, ya que tus minúsculos ojos bellos
a mi mente este humilde deseo inspira.
Ven, para que a mis ojos colmes con destellos
cuando rinda en tus brazos mi vida.

Quiero en tu pecho reclinar mi frente
y sentir de tu corazón los latidos, 
para disfrutar los anhelos de mi mente 
que en mis insomnios imaginé perdidos.

Ven querida, regresa por favor a tu dueño,
sobre mi frente estampa tu beso angelical;
para cuando despierte de mi profundo sueño,
encuentre entre tu humildad, tu amor real.

Ven, huyamos del mundo, que su agonía
no inquiete nuestra paz; con rumbo incierto
huyamos de las sociedades vida mía,
paz y amor nos ofrecerá nuestro desierto.

Tal como el ave que observa del negro cielo
el escaso rayo que en la superficie se refleja,
agita sus alas, y con veloz vuelo
de la rama y del bosque se aleja.

Es agradable pasar el día
en la soledad silenciosa,
mirando caer, vida mía,
la gota que besa la fresca rosa.

Y es agradable escuchar el ave,
que tranquila y dulcemente
de flor en flor, con canto suave
busca a su pareja ausente.

Y observo como en un suspiro
la brisa suavemente se entrega,
robando a las flores con un respiro,
los aromas que cada pétalo despliega.

Y mientras tu suave cuerpo se reclina
sobre el mío, de tu corazón desecho
extraeré cuidadosamente cada espina
que la flor del pasado clavó en tu pecho.

Y mientras sobre tu cándida frente
imprimo un cálido beso,
te contemplaré sonriente
cuando me veas de tu amor preso.

Si con amor fijas tus ojos en mí,
toda aquella estresante amargura
que en otros tiempos sufrí
se desvanecerá con tu ternura.

Y si ves una lagrima caer
de mis ojos lentamente,
no será una lagrima doliente
si no que será una de placer.

¿Por qué de tus ojos brotó
ese llanto que provoca el tormento?
¿Qué atroz y fatídico pensamiento
doloroso por tu mente cruzó?

¿Por qué cuando el cielo se oscureció
la sonrisa de tus labios fue desapareciendo?
¿Acaso cuando el día se va desvaneciendo
regresa a tus ojos la brisa que el dolor empañó?

Lloremos juntos, qué las lágrimas al brotar 
sean fresca lluvia en este bosque infecundo. 
Ven, lloremos juntos alejados de este mundo, 
ahora que nuestros ojos aún pueden llorar.

Si el porvenir cruel nos une,
del destino sigamos la estrella
y busquemos su brillante huella
hasta hallar un fin próspero e impune.

Hasta ese consuelo nos niega
en su furia la inhumana suerte;
solo el instante repentino de la muerte
logrará nuestras almas reunir.

Atravesaremos el mundo apartados,
vencidos, callados y sin ilusiones;
tal vez en lejanas y remotas regiones
podremos las almas unir, una vez ya olvidados.


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: ProCatFox

En los versos de un poema



Nullius in verba

I

¿De qué te sirven estos versos? 
¿Para qué te escribo este poema?
¿Acaso para que en estas líneas
describa todos tus atractivos?

No, ya que tú sabes que tienes 
unos ojos traviesos, divinos,
que juguetones ofrecen 
a un perdido viajero el camino.

Sabes que tienes boca hechicera, 
cuerpo dúctil y ferviente,
garganta y pecho que sirven 
para atraer al pretendiente.
Bien sabes que bajo tanta belleza 
encierras tanto atractivo.

Sabes que tu simpática inquietud,
tu orgullo irónico y perverso,
tu desprecio o tu sonrisa,
tu gesto amable o desdeñoso
te hacen un ser adorable 
pero un ser indefinido, 
que provoca pavor o esperanza, 
aunque siempre infunde cariño.

Recuerda que tú lo sabes mejor
mas que los que pueden decirlo,
que tu belleza se observa en tus acciones
y no en espejos o apariencias ni mucho
menos en los versos de un poema.

II

¿Acaso sobre un pedazo papel
guardarán tus íntimos amigos,
con su letra y su recuerdo, 
la ofrenda de su cariño?

Solamente la falsa amistad,
solamente el aprecio fingido
requiere conceder recuerdos 
que duren más que sí mismos.

Y cuando pase al recuerdo 
lo que se dejó escrito,
¿acaso es porque ya la amistad
del corazón se ha extinguido?

Solo recuerda que la amistad verdadera,
el cariño verdadero y sincero
se guarda en los corazones
y provienen de sus voces,
y no de los versos de un poema.

III

¿Esperarás que el amor
escriba fervorosos himnos
en estas hojas describiendo
sus éxtasis, sus delirios?

No, que el amor verdadero
jamás escribe intrépido
lo que nació en silencio,
lo que se creó en secreto…

Las palabras amorosas
que al labio promulga el cariño
solo conservan su ternura
cuando son susurradas al oído.

Recuerda que el amor nunca se escribe,
se descubre en los suspiros,
se manifiesta en los ojos
mas no en los versos de un poema.


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: Terri Graham

Agradecimiento eterno


Deus ex machina

Increíble mujer de misteriosa magia, 
su luz me guía y me refugio en su amor; 
el suave aroma de su pelo me contagia,
convirtiendo mi vida en un sueño encantador.

De las tragedias del mundo me defiende
y me aleja de las pesadillas del desierto;
su auténtica y amable persona me atiende
y me motiva a la vida, al bien y a lo cierto.

Existe un eterno Dios y por ella creo:
¡mis sueños y mi esperanza de ella son!
La religión critico... mas yo en ella veo
el principio de la inmensa creación.

El destino fue quien me enseñó a quererla,
es una mujer única: ¡ya que sabe transformar 
cada gota de llanto en una hermosa perla
y en un hermoso recuerdo cada pesar!

De mi etapa triste y solitaria,
ella en consuelo convirtió mi dolor,
¡recé con su fe mi primer plegaria
y amé con su corazón mi último amor!

Suele a veces negarme sus favores,
mas yo mis gracias sin parar le doy, 
¡a ella le debo las alegres flores 
que, hasta marchitas, me consuelan hoy!

La angustia de la tierra no me importa
ya que su encanto me hace reflexionar,
¡ella me dice que la vida es corta
y que hay que disfrutarla sin cesar!

Mi sola ambición es ser digno de ella,
acariciar su amor y llenarme de su alegría:
quiero ver su brillo en mi solitaria estrella
y su luz tornando mi triste noche en día.


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: di3sel-d392iof

Última noche de otoño


¡Noche tranquila y fría,
tú haces mayor mi luctuosa tristeza
y multiplicas mi mortal melancolía!
¡El buitre tiene un nido en la maleza!
¡La serpiente, en el cavidad de una roca,
se alberga del gélido enfurecido!
¡La araña, con los extractos de su boca,
puede construirse un nido!

¡Todo tiene un hogar que le resguarde
de la oscuridad que avanza,
cuando el brillante astro de la tarde
sus enigmáticos relámpagos lanza!
¡Absolutamente todo! ¡La gloria
en las páginas del libro de la historia;
la sonrisa en el rostro aún sin alegría
y hasta el recuerdo tiene a la memoria
para refugiarse allí con su melancolía!

¡Sólo mi cariño, sincero e infinito,
no encuentra en sus soledades atribuladas,
ni conocido destello ni generoso techo!
¡Van sin destino determinado mis pisadas!
¡Maldito, sí, maldito
sea el nombre que tatué en mi pecho!


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: leoncio22

Levanta el ánimo


Si el amor es la esencia de la vida,
¿por qué te sientes tan destrozada?
¿Por qué bajas la frente deprimida?
¿Por qué el llanto te nubla la mirada?

¡Levanta con entusiasmo la cabeza
aunque el corazón esté vacío!
¡Olvídate de toda belleza
cuando sientas el beso mío!

Teniendo tú, belleza misteriosa
de Afrodita las sacras desnudeces,
¡solo los guardianes de esta diosa
podrían fungir como tus jueces!

¡El que juzga sin fundamentos, erra!
¡No reclines con desconsuelo la cabeza!
Recuerda que no existiría paz sin la guerra
ni complejos sin hablar de la belleza.

Levántate tranquila y victoriosa
sobre el opaco crepúsculo de mi vida,
ser humilde, ser saludable y ser cariñosa
es ser mil veces bendecida.

Radiante y natural tu belleza distinta
colorea, al verte, mis cachetes rojos:
¡ya que mi descolorida alma se pinta
cuando en mí fijas tus benditos ojos!


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: Baxia

Una noche de octubre


La enfermera
Marinero: en tu corazón olvidado
ya crece una flor, que abre al estío
su cáliz celestial. Está sembrado
de estrellas apagadas el vacío.
Háblame de tu amor; sobre mi seno
despoja de tus angustias el veneno;
y mancha de mis manos lo esplendente,
con las ardientes gotas de tu llanto,
mientras extiendo el bendito manto
sobre las negras nubes de tu frente.

El marinero
Todo yace dormido:
el ave en el nido; 
en el cielo, el sol; en la espesura,
las plantas de fragancia llenas;
en mis afectuosos ojos, tu hermosura;
y en mi olvidado corazón, las penas.

La enfermera
No pienses que me engañas; 
no creas, no, que tu tristeza ignoro; 
¡hay humedad colgando en mis pestañas, 
ya que lejos tengo al hombre que adoro!

El marinero
¡Solo te tengo a ti! ¡De tu pupila
la brillantez tranquila
basta para alimentar mis soledades!
¡Solo te tengo a ti! ¡No hables de duelo,
comisionada del cielo,
mi prometida fiel, mi nube de piedades! 

La enfermera
¡Regálame ya tu corazón! ¡La pena
que grita comprimida,
con su aliento mortal nos envenena,
como envenena la materia podrida!
¡Regálame ya tu corazón! ¡Tengo derecho!
¡Déjame que comparta tu amargura,
recuesta tu faz sobre mi pecho
que late de compasión y de ternura!

El marinero
¡Eres mi manantial de armonía,
como luna naces cuando muere mi día!

La enfermera
¡Yo soy aquella que por ti suspira,
que nunca te abandona,
y que ha soñado premiar tu lejana gira
con el merecido honor de una corona!

El marinero
¡Tranquila has cambiado toda la rudeza
que me inspira lo infame y lo grosero;
me he enseñado amar a la verdadera belleza,
y me has enseñado a ser todo un caballero!

La enfermera
¡Cuando todo a tu paso se derrumba,
cubriré los escombros con mis grandes alas;
a tu lado estaré en las buenas y en las malas
e inclusive junto a ti yacería en una tumba!

¡Se atraviesa con mi sendero tu camino;
yo represento tu ideal más puro
y siendo también yo parte de tu destino,
te enseñaré abrir las puertas del futuro!

¡No tengo más historia que tu historia, 
ni mejor regalo que tu amor! ¡Soy toda tuya!
Te daré todo el néctar de mi gloria
cuando tu travesía por la guerra concluya.

El marinero
Eres mi mañana, la flor sin espinas
que nace en mi jardín… ¡tu mirada
en mi noche es la luna apasionada
que inspira del sol las luces matutinas!

¡Busca en mi corazón el tesoro 
cuando me regales de tu amor el fuego! 

La enfermera
¡No dudes de la fe con que te adoro!
¡Yo al deleite de tu amor me entrego!

El marinero
¡Déjame que recargue la cabeza 
sobre los cálidos pliegues de tu vestido,
y que me embriague en tu belleza
escuchando de tu corazón el latido!

¡Eres el puerto que sueña todo marinero!
Te extraño, dueña de mis últimos amores:
¡y para que sepas bien cuanto te quiero
voy a contarte todos mis dolores!

Olvidado de ti, que eres la calma,
mi maravillosa y bella prometida,
regalé a una mala mujer el corazón y el alma…
¡convirtiéndola inútilmente en vida de mi vida!
¡La flor de mi corazón abrió su broche
saturado de esencia embriagadora,
llenando mis ilusiones cada noche
de esa mala mujer la cara envenenadora!

Infiriéndote a ti aflicción y agravios,
a ti que eres de mi vida el resumen,
¡moría por un beso de sus labios!

La enfermera
¡Qué en mis labios tus penas se perfumen!

El marinero
¡La adoré postrado de rodillas, 
la adoré desesperado! ¡En mi ternura 
jamás llegó mi labio a sus mejillas, 
jamás ensució mi vista su hermosura!

La enfermera
¡Te conozco bien! ¡Inocente y ciego,
tu amor es grande y por lo mismo puro!

El marinero
¡Yo doy todo mi ser cuando me entrego!
¡La hierba muere, pero pegada al muro!

La enfermera
Entiendo tus pesares y tus enojos:
¡tras la violenta pasión vino el olvido!

El marinero
¡Y llevo aún en mis cansados ojos 
la imagen infernal del demonio perdido!

En el desvelo de las noches mías
la veo aparecer y me desgarra…
¡con su voz de insoportables melodías,
viene sin querer y como presa me amarra!

¡Y no me avergüenzo de llorar! ¡El llanto
prueba que el corazón no está marchito!
¡Cubrí mis penas con el manto
cuando supe de ella el delito!

¡Los demonios nunca lloran! ¡La amargura
es una irradiación! ¡De cada espina
que se hunde en nuestra frente, brota y fulgura
una obstruyente luminosidad divina!

La enfermera
¡Llora, corazón! ¡Llora tus dolores!
¡Los llantos del pesar son inmortales!
¡Con rocío se nutren los rosales
y se filtran todos los amores!

El marinero
El día empieza: ¡viene ya la mañana 
cubierta de esperanza! ¡Viene ya la sorpresa
con que el sol sus destellos engalana
cuando las plantas de la noche besa! 
¡Con tu limpio esplendor viene el olvido!
¡Los fantasmas se van! ¡Todo se azula:
el cielo por los vientos recorrido,
la niebla gris que en el precipicio circula!

¡Lentamente la luz sube a su trono,
mientras recupera la perdida calma!
¡Dejemos los rencores en el abandono,
mientras iluminamos, mi amor, el alma!


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: US Navy

Cor unum et anima una


I

Musa mía, te quiero mucho, te adoro tanto, 
que al nombrarte a veces a mis ojos se asoma el llanto; 
¡y aunque dicen que me mientes y que me engañas, 
aún me veo prisionero en la sombra de tus pestañas!

Si el rumor a mi oído llega, mi orgullo abandono: 
si es verdad que me engañas, ¡yo te perdono! 
Uno hace lo que quiere de lo que es suyo, 
y yo, mujer de mi vida, ¡soy todo tuyo!

La lluvia sobre la montaña verde,
baña las flores, nutre el suelo y se pierde
hecha lodo por la superficie de la loma:
seré la flor para darte el aroma
que nutre el cielo con su rocío,
si el desprecio es tuyo, ¡el sufrimiento es mío!
¿Qué podré hacer con toda mi ternura
cuando aparte mis ojos de tu hermosura? 

Mi alma cae en tus manos conquistadoras
mientras tu mujer, la noche adoras:
de las praderas que en mi alma habitan
¡eres todo el líquido que mis flores necesitan!

II

¿Qué podré hacer con todas mis penas
si todas las noches mis sueños llenas?
¿Qué harás con la mina que aún excavo
de tu pecho cuando deje de ser tu esclavo?
Por ti, bien lo sabes, el mundo cambiaría;
por hacerte de nuevo mía, ¡mi vida entera daría!

Hace tiempo una idea me tiene inquieto;
por favor acércate y escucha en secreto:
pon tu hermoso rostro cerca del mío,
mírame y encuentra el poderío
que tus ojos tienen sobre mi alma,
y encontrarás en ella inquietud y calma:
calma porque un día fui dueño de tus ojos
e inquietud porque ahora sufro de tus despojos.

Ahora que mi alma está condenada,
sé que a otros buscas con tu mirada;
si todos mis suspiros el viento deja,
de mi cuerpo cada vez mi alma se aleja;
si tu corazón por otro ya es querido,
¡dime el desgraciado nombre del preferido!

Le daré a tus plantas todos mis amores;
te enseñaré a dar besos suaves como las flores,
te ayudaré a encontrar el más valioso tesoro
cuando descubras que mi corazón también vale oro.

III

A mi gloria le daré la mejor parte
ahora que comience a idolatrarte;
pero, cuando viva pendiente de tu mirada
y cuando te vea siendo amada,
entonces, maldiciendo la suerte mía,
para no ver la grandeza de tu alegría,
¡me largaré con toda la tristeza
a esconderme lejos de mi torpeza!

¡Cuando doy mi cariño, lo doy entero, 
no sé querer a medias a los que quiero!
Y será mi nueva gran aventura
sacrificar el sueño de mi ternura.

¡También sufro de celos, pero los callo
porque con mi corazón lucho y batallo!
Me provocas celos sin razón cuando me miras,
pero celos mortales cuando de otro suspiras
de su ramo de rosas el perfume
que en tu alma se consume 
y que se convierte al tocar tu rostro bello,
en el aire que juega con tu cabello.
 
Cuando te vea contenta y alegre
mis celos sacrifico aunque me denegre:
poniendo así mi corazón rendido
a los pies de mi ser más querido.

Pisa mi corazón, flor de mi cielos grises,
ya que él besará tu planta cuando lo pises.
Pero, ¡qué importan las estúpidas penas mías
si con mis penas haces tus alegrías!

Cuando a la vida le sonrías excitada
llegará el sol hasta el fondo de tu mirada,
¡y para que tu sonrisa jamás se extinguiera
con gusto hasta mi vida entera diera!

Por más que trato de ganar tu afección,
hermosa mía, únicamente caigo en desesperación.
Solo una cosa más te quiero decir musa encantadora:
¡qué a pesar de tus desprecios, mi alma te adora!


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: kevron2001

Hormuz


Valiente eres tú: combates sin pena,
duermes tranquilo entre asesinos ruidos,
callas tu llanto, escondes tus latidos,
en árida patria, distante y ajena.

Ignoras aquel que ciego te ordena
y, al ver tus anhelos desvanecidos,
combates hasta ver todos vencidos
a los que emergen de la añeja arena.

Valiente matas y muerto caminas:
tus muertos irán donde tu honor vaya,
legando dolor y una mente en ruinas.

¡Ya que puedes hacer! Eres la ofrenda
bélica en esa foránea playa.
¡Muere y se héroe! ¡Mata y se leyenda!


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: coyote_16

La culpable


Finalmente completaste un capítulo en mi historia.
Ahora, que estos versos santifiquen tu memoria;
en el amor, nunca va a ser el llanto algo cobarde,
mi corazón es de lava y, cuando sangra, ¡todo arde!

Cuando algún ingenuo me hable de amores,
hablaré de engaños y menosprecios,
pero callaré todos mis dolores:
es mejor no discutir con los necios…

Con maléfica sonrisa pondré mis labios
en las botellas de los viciosos placeres,
me convertiré en el tahúr de los más sabios
que saben cómo burlarse de las mujeres.

Serás tú única responsable si algún día
disparo una bala a una mujer en el pecho;
porque tú has despedazado la mente mía,
¡con sangre, otras saldarán el daño que has hecho!

El orgullo me reclama cualquier venganza;
en mi mente tu malévolo perfil copio,
creo, al observarte, que pesa en la balanza
más el odio por ti que todo el amor propio.

Con apatía y rencor, pero siempre con calma,
ya concluido este capítulo de amor fugaz,
me retiro susurrando, al observar de tu alma
la infinita nebulosidad: ¡descansa en paz!


© Elvis Dino Esquivel
ليلة سعيدة و أحلام لذيذة

Imagen: thewanderingslacker

9 de octubre de 1993


Pequeño e ingenuo yo,
solo te quiero decir que
todo saldrá bien.
Vendrán muchos años de dolor,
mas tu dolor a los veinte
será el más intolerable,
el resto de los dolores, pasajeros.

Amarás, viajarás y conocerás
increíbles seres humanos;
algunos harán diferencia,
pero tu familia seguirá 
siendo lo más importante. 

No laceraste con profundidad tu piel,
no tomaste las suficientes pastillas,
jamás apuntaste a tu sien,
no te arrojaste al vacío
porque aún le temes a las alturas;
hay una soga escondida en una caja…

A los treinta y tres años
te sigue maravillando
y doliendo el mundo.


© Elvis Dino Esquivel